martes, 7 de junio de 2011

El hombre es mil veces más chismoso que la mujer

En los pueblitos de México, el lugar más importante de reunión era la tienda, cada domingo, después de misa, la gente que llegaba al pueblo procedente las rancherías, pasaba a la tienda a dejar su lista de víveres y mientras acudía a la iglesia, el tendero le surtía el pedido para una semana.
Quiénes no entraban a la iglesia, mientras esperaban su mercancía, tomaban un mezcal e iniciaban una plática inocente que poco después se convertía en un gran chisme, las horas transcurrían lentamente y mientras la bebida hacía su efecto, surgían nuevos chismes y calumnias frescas:
Que si la hija de doña Febronia "salió con su domingo siete" que si la esposa de Carrasco "llevaba el gallo muerto" que si "Petronila le pone los del diablo a don Cornelio". Se hablaba también del honor mancillado de alguna señorita decente ya entrada en años que no faltaba a misa de seis, y del "viejo rabo verde" de la botica que tuvo amoríos con señoras casadas y uno que otro chico. Eso y muchas cosas más podrá usted escuchar si abre una de mis tiendas.¿Sabía usted que el hombre es mil veces más chismoso que la mujer?  Claro, con eso de que en el pueblo la mujer no debe salir de su casa, claro, los chismen los llevan ellos, corregidos y aumentados, si consideran que éstos ofenden la moral, entonces "le quitan lo feo"
 Un pedazo de México para usted.