viernes, 12 de diciembre de 2008



El día de muertos es una celebración de origen prehispánico que durante la conquista se hizo coincidir con el día de Todos los Santos y el día de los Santos inocentes que marcaba el Santoral Romano para celebrarse los días 1 y 2 de noviembre respectivamente. El primero era dedicado a las almas de los niños sacrificados por Herodes en el intento por matar al niño Dios. En el segundo día se honraba la memoria de los incontables santos y mártires de la iglesia Católica .
La mera verdad es que somos muy fiesteros y sólo esperamos un pretexto para levantar la copita de tequila o mezacal y decir: Salud.
En todos los estados de la república se pone el altar en ésta fecha aunque varía de acuerdo a cada uno de ellos, mucha gente lo pone con un complicado ritual como en Aguascalientes que se hace de siete escalones y en cada uno de ellos se colocan atributos:
En el primer escalón se coloca una virgen o el santo de la devoción de la familia.
En el segundo, a las Ánimas del purgatorio.
Tercero, la sal para los niños que murieron sin bautizo y están en el Limbo.
Cuarto, pan de Muerto hecho por los parientes del difunto.
Quinto, alimentos preferidos por el difunto.
Sexto, la foto a quién está dedicado el altar.
Y en el séptimo y último, se coloca una cruz hecha de Tejocote y limas.
La costumbre varía en cada estado de la república sobre el modo de montar el altar aunque en términos generales se hace según el gusto personal o familiar y por supuesto de acuerdo a las posibilidades económicas de cada quién.
No falta quién hable de elementos obligatorios del altar como un espejo donde según la creencia popular, purificará el alma de los muertos.
Tengo más de treinta años montando altares y encontrado que no hay razón para ponerle siete niveles sino tres, debido a que siete niveles corresponden litúrgicamente al altar de Dolores.
Mictlántecuhtli, era miembro del panteón nahua y considerado "señor de la región de los muertos" cuando alguien moría se decía que iba al al lugar de los muertos conocido como Mictlán y sólo para los ahogados existía un lugar especial que era el Tlalocan o "lugar de Tlaloc", así mismo, los antepasados tuvieron el cuidado de hacer lugares especiales para quienes morían de parto, o para los muertos en batalla y se tuvo, además, mucho cuidado de qué las ánimas de los adúlteros no se mezclaran con las demás y se les puso por guardían Tezcatlipoca. Aunque aquí entre nos, a nosotros no nos interesa mucho la vida íntima de nuestros muertitos.
No soy investigador sino un artesano muy interesado en torcerle el pescuezo al " Jaloguín " y enemigo de que el color naranja y negro, formen parte del altar.
Como dije al principio, nuestro carácter fiestero nos hace disfrutar de él año con año cuando nos reunimos con amigos y familia como en el altar de Malinalco que nos hizo pensar en todo, menos en la muerte. Para mí éste año sirvió para muchas cosas: reflexionar sobre lo breve de la vida y agradecer a Dios y a Gabriela Soberón de que mi fotografía no estuviera en el altar aunque me encontrara medio mareado por el tequila en el "más acá".
Una velada crítica de una jovencita que no quedó complacida de la explicación sobre la simbología del día de muertos, me hizo reflexionar : "faltó el espejo, se debió decir sobre...........
Tenía mucha razón, no es sólo el sentido estético sino la explicación de algo más profundo que se pretende conservar. Le debo una explicación y le pediré un texto para el año entrante, Dios mediante y ofreceré una disculpa.

Se logró objetivo de Gabriela de reunir a los amigos y familia, y ella y Enrique como excelentes anfitriones, dieron el toque mágico a la fiesta.
Desde muy temprano, la casa de los Portilla Soberón se iluminó.
Las trescientas sesenta y cinco veladoras, una por cada día del año ( apreciación exacta de Gerardo ) iluminaron la noche, cientos y cientos de flores frescas traídas por Gabriela Soberón, perfumaron el jardín.
Así termino la fiesta, y al apagarse la última Luz, la familia invitó a los espíritus a volver el año próximo, ellos saben que cuando regresen encontrarán lo de siempre: mole, tequila, cigarros y otras cosas. Los esperamos, somos el único país que no teme a la muerte, la prueba está qué la hemos molido y convertido en azúcar y fabricado con ella miles y miles de calaveritas a las que hemos puesto nuestro nombre.

Y aquí, señoras y señores, quedamos los vivos preparando otra de las tantas fiestas que tanto nos gustan y que están muy cerca, y lo hacemos con alegría recordando el dicho: " El muerto al gozo, y el vivo al pozo "